Escuchaba por estos dias en una emisora de radio los resultados de un sondeo acerca de la frecuencia de uso de las videocámaras, encontrando que es mínima su adquisición. Probablemente la integración de cada dia más funciones al teléfono celular haya disminuido la utilización de otros gadgets, pero no por ello el concepto de imagen en movimiento desaparece. Los tiempos cambian el sistema de captura de la imagen pero el lenguaje audiovisual permanece vigente.
El común de la gente concibe el video como un simple medio promocional, o para clips musicales o en el más cercano de los casos para grabar eventos sociales y familiares. Sin embargo, el panorama de utilidad es mucho más amplio. Por ejemplo, están sus usos en lo pedagógico o en la llamada "Videoterapia".
Los psicoterapeutas audiovisuales, apoyados en los postulados de la Gestalt, están encontrando una eficaz metodología para ayudar a superar fobias, a través del video que logra acercamientos a la persona, gracias a las posibilidades de sinestesia del medio que involucra los sentidos.
Igualmente, el registro en video de los participantes en un taller, como una mirada imparcial que luego se visualiza en plenaria, ayuda en el trabajo de crecimiento personal ya que permite la indagación de la propia identidad con la imagen audiovisual.
De la misma manera, ya desde años atrás, la producción de cine aficionado había sido usado como medio terapéutico excelente para estimular a pacientes que tenían dificultades para relacionarse con los demás y salir de su caparazón.
Ahí dejo, desde mi campo disciplinar de trabajo, esbozado un horizonte ensanchado para acogerlo con el entusiasmo de quien tiene avidez por el conocimiento.
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